17 octubre, 2015

Desatinos incomprensibles

Desde hace mucho tiempo tengo claro que la música es una necesidad en mi día a día. Si no la hay, la canto. Y lo mismo me da el interior de mi coche, que la ducha, que yendo de paseo por la calle. Es más, como suelo cansarme de escuchar taitantas veces las mismas canciones en la radio, en lugar de conformarme con buscar un playlist de un artista en concreto en la aplicación de turno, me interno en la opción "radio basada en..." A menudo me encuentro anotando en una libreta autores y canciones que descubro y que no conocía hasta ese momento para incorporarlas a mis playlist personales.
Dada mi inclinación musical, el baile debería ir de la mano ¿verdad? Pues, así como tampoco he conseguido tocar ningún instrumento musical, bailar siguiendo una disciplina me resulta arduo. Estuve recibiendo clases de bailes latinos en su momento, pero mi cuerpo se vuelve rígido. Soy incapaz de soltarme y la ejecución de los gestos no me "sale de dentro". No se me hace natural. Por eso, cuando la evolución en la dificultad se tropezó con mi ajustadita -si no escasa- coordinación, abandoné temporalmente esa actividad.
Pero como lo hecho de menos, anoche decidí aprovechar la oportunidad anual que se nos ofrece en la ciudad para ver actuar a verdaderos profesionales, que recorren el país y los continentes, incluso cruzando al charco, compitiendo y ganando concursos aquí y allá. Bueno, eso pretendía, y terminé viendo a los aficionados, los profesionales son otro día. Aún así, disfruté. Porque, aun siendo alumnos de distintas academias, hasta los más jóvenes apuntan maneras -por decirlo suavemente, porque hay niñas de doce años que dan mil vueltas a los adultos-.
Eso sí, cuando los asistentes a la "gala" comentaron las condiciones del recinto, creí en mi inocencia que exageraban. Y al sentarme en mi asiento, comprobé lo equivocada que era esa presunción. Después de cuatro años organizando el mismo evento, cabe pensar que los responsables que lo organizan podrían aprender cada año y mejorar la calidad. ¿Cierto?
Algo sí que ha mejorado. El primer año que me asomé, el show se realizaba en un salón del hotel, sin escenario ni tarima, con columnas dispersadas por la superficie de la estancia que limitaban en mucho poder ver las actuaciones. Ahora al menos tienen un escenario y hay sillas donde sentarse. Pero el hecho de que éste se instale en un patio exterior donde el toldo que cubre no encaja con el techo del porche y vivamos en una ciudad donde la temperatura nocturna ya empieza a descender a cotas otoñales de siete grados centígrados y que el público no se quite el abrigo y saque mantas para cubrirse las piernas, hace pensar si no será peor el remedio que la enfermedad. Las pobres bailarinas bajan del escenario augurando el resfriado que de seguro se acaban de ganar durante los minutos que dura su actuación. Anoche oí a una de ellas: "De esta, pillo una pulmonía".
Y digo yo: ¿Qué pensarán los profesionales? ¿Qué les cruzará por la mente cuando recorren el pasillo ataviados con esos trajes semi transparentes en su mayoría -ellos, ellas lucen galas que escasamente cubren lo mínimo y necesario y en tejidos vaporosos y etéreos que realzan sus figuras, pero abrigar, precisamente, abrigan poco- bajo temperaturas taan agradables? ¿Rodeados de un público tapado hasta la barbilla -excepto las manos, que los aplausos suenen, por lo menos- y cubiertos con mantas de viaje -gracias, Renfe-? ¿No podría aproximarse a "Soy Campeón del Mundo, qué hago yo aquí?"
Después de cuatro años organizando el mismo evento, ¿de verdad no hay ningún otro sitio en la ciudad ligeramente más adecuado? ¿Menos alejado del casco urbano? ¿Donde si pides un taxi no te tengan que cobrar tarifa especial? ¿Donde no tenga uno que llegar en coche sí o sí y rezar para encontrar aparcamiento?
Desconozco cómo se financian, pero teniendo en cuenta que todas y cada de las academias de baile de la ciudad llevan varios años salvándole el trasero al Ayuntamiento asegurando actuaciones que llenan varias horas del programa de las fiestas patronales sin cobrar un duro, -¡eh, agradeced que os damos una oportunidad de promocionaros!-, no estaría de más que, ya que últimamente están tan concienciados con lo de impulsar el sector turístico en la ciudad, apoyaran este tipo de eventos. Quizá así la gente se trasladaría desde fuera para asistir y disfrutar de los shows y conocer la ciudad y enamorarse de ella, en lugar de ignorar completamente su existencia y relegarlos a las afueras, a recintos donde escasamente unas -digamos, doscientas personas-, se aventuran en mitad de la carretera. Ah, pero a la salida sí que se coloca el control de alcoholemia de la policía. Para eso sí que se acuerdan.
Tenemos taaaanto que aprender en esta ciudad...

29 agosto, 2008

Apoyo a Meyer







Hemos metido la pata, hasta el fondo. Y este post es mi personal manera de pedir perdón.


No ha pasado ni un mes tan siquiera del primer disgusto que recibió Stephenie Meyer cuando los fans empezaron a soltar injustificados improperios en internet contra su recién salida del horno última novela "Breaking Dawn" y contra ella misma por haberla escrito así, y de nuevo recibe otro varapalo. Este último quizá aún más fuerte.


En cuanto a "Breaking Dawn", yo no estoy entre ese grupo que la odia, ni mucho menos. A mí me ha encantado. Me ha emocionado, entristecido, acalorado, cabreado, ilusionado, aterrorizado... he pasado por toda la gama de sentimientos posibles. Yo no voy a negarme a comprarla, ni voy a comprarla para quemarla, como han dicho algunos fans. Yo voy a comprarla para que haga compañía a las otras tres novelas de la saga, completándola. Por eso cuelgo esta entrada en mi blog.


En segundo lugar, me hago eco de la segunda desagradable noticia que ha sacudido a esta escritora. En tan solo una semana, el adelanto de los primeros doce capítulos de su siguiente proyecto, "Midnight Sun" se ha distribuido como la pólvora por Internet. Existían muy pocas copias prestadas de la mano de la misma Stephenie Meyer, y diferían unas de otras en pequeñísimos detalles que han facilitado que ella sepa quién de las personas de altisima confianza que poseían dichas copias ha realizado la filtración. Eso es un golpe muy fuerte, una traición que a Meyer le ha mellado el ánimo en grado sumo.
Yo los he leído. Y me han encantado. Y la autora dice que solo es un boceto... ¡cómo habría sido finalmente! Desgraciadamente, la distribución indiscriminada y fugaz de estos doce capítulos hace que se replantee totalmente su intención de completarla. Ha declarado que suspende indefinidamente su consecución. Lo lamento, porque habría sido grande, fascinante, adictiva... Esos doce capítulos son muy buenos, y en nada me ha quitado las ganas de leer los definitivos ni de comprarla cuando esta saliera editada. Espero que cambie de opinión. Espero que perdone a sus fans su gula crepuscular, y no pierda su confianza en sus dotes de escritora, porque, si deja de escribir, los perjudicados somos precisamente sus fans. Los mismos que deseamos que siga escribiendo por muchos años.

10 junio, 2008

La saga de "Crepúsculo", de Stephenie Meyer



Ya iba siendo hora de admitir ante todos vosotros que he sido abducida por otra saga literaria, esta vez con más fuerza, y menos a destiempo que Harry Potter, (de la cual sigo sin leerme los dos primeros libros).
Aunque, he de reconocer que la razón por la que tropecé con la saga de Crepúsculo, fue precisamente, por ser fan de Harry Potter. Robert Pattinson (actualmente apodado RPattz por las fans crepusculares, lo que él ha reconocido en alguna que otra entrevista que le recuerda al nombre de algún antiácido estomacal -me mata el sentido del humor de este chico...-), actor que interpretó a Cedric Diggory en la película de la saga pottérica "Harry Potter y el Cáliz de Fuego", fue designado el pasado diciembre para co-protagonizar la primera película que Summit Entertainment ha tenido a bien producir, basada en la primera de las novelas de esta saga: "Crepúsculo". Este hecho, y ver la novela "Eclipse" en un montón de stands de la Feria del Libro captó mi atención.

Ya en la contraportada de la novela "Crepúsculo", se nos advierte de la naturaleza de uno de sus personajes, cito:

"Hay tres cosas de las que estoy
completamente segura.

Primera, Edward es un vampiro.

Segunda, una parte de él
se muere por beber mi sangre.

Y tercera,
estoy total y perdidamente
enamorada de él."

Con este reclamo, y una portada que nos muestra unas manos pálidas que sostienen una manzana roja (ya se sabe, el fruto prohibido) y el título en sangrientas letras, Stephenie Meyer trata de convencernos de que nos asomemos a las páginas de esta imposible, peligrosa y adolescente historia de amor entre una humana de diecisiete años, Bella Swan y el vampiro Edward Cullen.

Isabella Swan (Bella) es una adolescente de diecisiete años que tiene que volver a un pueblecito de Washington donde apenas sale el sol unos pocos días al año para vivir sola con su padre, cuando su madre se vuelve a casar con un jugador (de béisbol? upps, ahora dudo este punto), que no tiene residencia fija, al tener que viajar continuamente por el país durante la liga. Bella jamás ha destacado. Es sumamente patosa y no es precisamente la alumna a quien todos votarían como reina del baile de fin de curso. Es una chica del montón. O lo era en Phoenix. En Forks, acapara las miradas desde el primer día, cosa que ella no ve estimulante en modo alguno. Pero hay algo que llama su atención desde su primer día de instituto, cinco alumnos que destacan en belleza sobre el resto y se sientan apartados de todo el mundo en el comedor, los hermanos Cullen. Desde el primer instante en que ve al menor de los chicos, Edward, Bella se sentirá irremediablemente fascinada por ellos. Y mucho más por él. Su primer encuentro con Edward será tan chocante, que cuando éste decide por fin entablar conversación con ella, Bella no parará hasta descubrir por qué los Cullen son tan especiales. Un tremendo desliz en el comportamiento de Edward y la narración de ciertas leyendas locales por parte del hijo de un viejo amigo de su padre, Jacob llevará a Bella a la fascinante verdad.
Lo llamativo es que la naturalidad y el sentido del humor con el que Edward y Bella se adentran en los pensamientos y el mundo del uno y la otra se hace absolutamente adictiva. Al fin y al cabo, Bella es una adolescente. Y también se hace llamativo que, mientras Bella es la protagonista de esta historia, es el personaje de Edward el que te atrapa sin remedio. Cualquier adolescente que se asome a las páginas de Crepúsculo corre el peligro de caer perdidamente enamorada de este vampiro de nombre dieciochesco, modales exquisitos, algún que otro secretillo, y sentido del humor de lo más pícaro y deliciosamente sensual.

En la segunda de la saga, "Luna Nueva", tras recientes acontecimientos, Edward Cullen se ve obligado a resistirse a la irrefrenable necesidad de vivir por y para Bella, dándole la dolorosa oportunidad de vivir como una humana más. Nos adentramos entonces en la desesperación de Bella y el inmenso e insondable vacío que asola su corazón en ausencia de su amado, en la lucha diaria por no convertirse en una zombie (una muerta en vida) mientras anhela a cada página que Edward cambie de opinión y vuelva a sus brazos. Al principio intentará no recordar nada, pero poco a poco, y con la ayuda de Jacob, ideará su propio plan para no olvidarle, aunque cada intento infructuoso de oír su voz haga que el agujero le escueza y le cueste respirar. Jacob la ayuda porque se está enamorando de ella, y ella lo utiliza para seguir oyendo la voz de su amor. "Luna Nueva" nos relata y nos inunda de esa desesperación, de esa agonía de un modo que el lector se siente atrapado por esa angustia. Y nos hace intuir que los problemas de Bella, el peligro que la persigue y acecha, está lejos de acabar.

En "Eclipse", el triángulo amoroso Edward-Bella-Jacob es ya una realidad. "Eclipse" nos cuenta cómo el único problema que Bella trata de capear insistentemente, casi con tozudez es seguir en contacto con Jacob mientras avanza en su compromiso eterno con Edward. La naturaleza de Edward y Jacob es ser enemigos, más aún cuando Edward sabe que Jacob está locamente enamorado de ella y no cejará en su empeño por conseguir que admita que ella también lo ama y separarla de la decisión que ya ha tomado. Pero Jacob no quiere ni oír hablar de esa posibilidad. La amenaza a la vida de Bella se ha presentado en el territorio de Jacob, que Edward no puede pisar desde tiempos ancestrales, pero Bella insiste en seguir viendo a Jacob, así que Edward tiene que admitir la insoportable posibilidad de que sea Jacob quien la proteja durante las visitas de Bella, cuando el peligro vuelve a cernirse una vez más sobre ella y sobre todos los habitantes de Forks. Esta vez, el peligro, la amenaza es tan aterradora, que la familia de Edward y la de Jacob deberán trabajar juntas, codo con codo, para eliminarla de una vez por todas. La rivalidad entre Edward y Jacob nos proporciona uno de los puntos más humorísticos de la saga, puesto que Bella intenta que se comporten, les quiere a los dos. Así que los improperios que se dedican el uno al otro están cargados de fina ironía, sarcasmos e insinuaciones múltiples que hacen disfrutar de lo lindo al lector.

A pesar de que la saga de Crepúsculo la encontremos en la sección juvenil de las librerías y revistas especializadas, cabe destacar que sabiamente, la editorial que se ha hecho cargo de la publicación en castellano de estas novelas, no es otra que Alfaguara, lo que le da sin duda alguna, una garantía de calidad. Y la tiene. La traducción de la saga de Crepúsculo es infinitamente más rica que la odiada salamandrina de la saga Harry Potter.

La cuarta novela de la saga, "Amanecer", tenía prevista su publicación en castellano en la apropiada fecha del 31 de octubre. Sin embargo, tras comprobar el fenómeno bloggero crepuscular y la avalancha de correos electrónicos de los fans de la misma, Alfaguara ha adelantado esta fecha en quince días. Y la autora ya está trabajando en la versión de "Crepúsculo" desde la perspectiva de Edward, de la que ya ha adelantado un capítulo, y que llamará "Sol de Medianoche". Stephenie Meyer ha declarado en alguna entrevista que este empezó por pura curiosidad, pero que cuando llegó a las trescientas páginas, se dio cuenta de que el personaje de Edward era tan adictivo y fascinante que merecía una novela para él solo. Esta fan crepuscular admitiría la reescritura de la saga desde la perspectiva de Edward, o de cualquiera de los Cullen, e incluso, y sólo por seguir disfrutando del talento de esta mujer, desde la perspectiva de Jacob Black, aunque le odie. ¡Ah! y que nadie tiemble por la inocencia de las lectoras de esta saga. Stephenie Meyer es mormona, y no admite sexo premarital. Es tajante con respecto a eso. Y aún así, cualquier mujer o mujercita que se asome a las páginas de esta saga, caerá rendida irremediablemente ante los encantos sobrenaturales de Edward Cullen, sólo por sus palabras, sus miradas, sus castos besos y sus tímidas caricias, sin prescindir de una sola prenda de ropa. Edward ama a Bella, y se odiaría eternamente (y para un vampiro eso es demasiado tiempo) o se haría matar (sin dudarlo un segundo) si un ínfimo desliz en su autocontrol le hiciera perderla para siempre.
Espero haberos provocado curiosidad por esta saga. La imaginación vuela entre sus páginas y los espíritus románticos releemos una y otra vez nuestras escenas favoritas sin dejar de soñar despiertos. Es pura magia.

20 julio, 2007

A Jane Austen no la conocen ni en su casa, sigh!

REPORTAJE: LIBROS
Jane Austen no pasa el filtro
15 agentes editoriales británicos no detectan el plagio de capítulos de 'Orgullo y prejuicio', 'La abadía de Northanger' y 'Persuasión' y rechazan la publicación de una novela de David Lassman.
PEDRO GARCÍA - Madrid - 20/07/2007

Varios clásicos de la literatura británica fueron a parar hace unos meses a las manos de 18 de los agentes literarios más influyentes del Reino Unido. Eran capítulos de Orgullo y prejuicio, La abadía de Northanger y Persuasión, escritos por una de las grandes novelistas británicas de todos los tiempos, Jane Austen (Hampshire, 1775-1817). Estaban copiados párrafo por párrafo. Pero nadie lo notó.
El responsable de los envíos era David Lassman, un británico de 43 años residente en Bath que había sufrido en propia carne el rechazo de las editoriales. Había copiado partes de estos libros de principio a fin con una irónica peculiaridad: había escogido otro nombre y firmado con un seudónimo. Se titulaba Primeras impresiones y su supuesta autora era Alison Laydee. Al poco tiempo, 15 de los 18 agentes respondieron y la respuesta fue, cuando menos, esclarecedora: "Es un libro interesante y su lectura ha resultado genial, pero no estamos interesados". Sólo uno descubrió el plagio, Alex Bowler, agente de Jonathan Cape, y recomendó a Lassman no inspirarse tanto en la autora de Sentido y sensibilidad, hasta el punto de asegurar que había reconocido pasajes gemelos en las dos obras.
"Era increíble", comenta Lassman. "Me lo planteé como una prueba para comprobar si Jane Austen era conocida y leída en nuestros días". Y la prueba obtuvo el peor de los resultados.
Austen no era conocida, ni reconocida, por la gran mayoría de los agentes literarios del Reino Unido. Y basta saber esto para imaginarse cuánto y cuán habitualmente los británicos recurren a la lectura de una de sus escritoras icónicas. "Si las grandes editoriales no pueden reconocer la buena literatura", lamenta Lassman, "quién sabe lo que la gente podrá leer en Internet". Pero este examen tamizado tenía un sentido. O varios.
Cuando decidió copiar Orgullo y prejuicio y hacérselo llegar a la élite del mundo editorial británico, Lassman tenía una doble intención. Por un lado, estaba su novela, que no lograba publicar y cuyo rechazo sistemático resume con buenas dosis de confianza -"yo creo que es material publicable", enfatiza-. Y por otro, su nuevo trabajo como director del Festival Jane Austen de Bath, en el sur de Inglaterra. "Nada más empezar a trabajar [en el Centro Jane Austen de Bath, que organiza el festival] tuve la idea y decidí ponerla en marcha", explica. "Y ha sucedido lo que me temía". Pero si la historia resulta irónica, sus detalles y pormenores lo son aún más.
Lassman mandó varios capítulos de tres de los primeros trabajos de Austen: La abadía de Northanger, publicado en 1798; Orgullo y prejuicio, de 1813, y Persuasión, que vio la luz en 1818. Los manuscritos, que llegaron a editoriales tan importantes como Penguin, Random House o Christopher Little -con quien publica J. K. Rowling, autora de la saga de Harry Potter- se agrupaban bajo un título, Primeras impresiones, que debería haber levantado las sospechas de las 18 personas que tuvieron el plagio entre sus manos.
"Elegí el título original con el que se publicó el libro de Austen y dejé como dirección de contacto el Centro Jane Austen" [Orgullo y prejuicio se llamó durante los primeros años de su publicación Primeras impresiones]. Pero el señuelo de Lassman no acababa ahí. El seudónimo con el que decidió firmar los envíos, Alison Laydee, era otra trampa: hacía alusión directa al que la novelista utilizó durante sus primeros años como escritora, A. Lady.
Las reacciones de los grupos editoriales implicados, por supuesto, no se han hecho esperar, y la mayoría han intentado explicar este gran despiste. Penguin, uno de los más influyentes, puntualizaba hace unos días en The Guardian que sus agentes no llegaron a leer el manuscrito al completo, aunque su lectura inicial les resultó interesante.
Pero la respuesta de Christopher Little, también en The Guardian, fue más detallada. Señalaba que sus expertos habían reconocido similitudes entre el manuscrito de Lassman, pero que, en cualquier caso, habían declinado la posibilidad de ofrecer representación a la tal Alison Laydee para evitar tener problemas ante un supuesto caso de plagio.
"Sabía por experiencia propia que publicar una novela era difícil", bromea Lassman, "pero no era capaz de imaginarme que incluso a Austen le resultase tan complicado".
...
Y parafraseando a mis queridos Hernandez y Fernandez, "Yo aún diría más", parece mentira que esto haya sucedido en el Reino Unido, donde año tras año y como tradición, las cadenas de televisión programan adaptaciones para cine y telefilme de "Orgullo y Prejuicio" TODAS LAS NAVIDADES, así como en EE.UU lo hacen con el "Cuento de Navidad" de Charles Dickens. No tengo palabras.

01 noviembre, 2006


LA DALIA NEGRA

La última película de Brian de Palma destaca únicamente por su ambientación. Aunque si bien es cierto que sólo en algunos momentos de la película consigue mantenernos en suspense, el resto del tiempo el espectador asiste a una sucesión excesivamente lenta de subtramas que el guión resuelve atropelladamente y sin dar tiempo al espectador de razonar de donde sale cada resolución.
La película dice tratar de uno de los asesinatos que más conmocionaron a Hollywood, el de una actriz de serie B apodada "La Dalia Negra". Sin embargo, se pierde en intentar explicarnos los conflictos sentimentales de un triángulo amoroso entre los dos detectives que investigan el asesinato y la novia de uno de ellos.
Mis impresiones al rato de comenzar la película eran que estaba viendo un episodio de Dick Tracy, pero si ya Warren Beaty era un poco soso, los personajes de Aaron Eckhart ("El Núcleo") y Josh Hartnet ("Pearl Harbour") consiguen ser aún más sosos que él. Incluso cuando creemos que Josh Hartnet está haciendo un papel un poco más serio a lo que nos tiene acostumbrados, nos baja de la nube en una secuencia de descubrimiento que más bien podría recordarnos a sus interpretaciones en películas "de adolescentes" como "Cuarenta días y Cuarenta noches". No me olvidaré de comentar algo de Scarlet Johanson -a la que podemos ver actualmente en la última película de Woody Allen "Scoop"-, que interpreta de una manera afectada al vértice del triángulo.
En fin, que desde que ví "Crash" no he vuelto a ver otra buena película. "La Dalia Negra" no lo es.

27 agosto, 2006

Fabián y la Pequeña Banda Magnética

Este chico, Fabián, lleva ya unos cuantos años componiendo y tocando aquí y allá. Se dice que "nadie es profeta en su tierra". Quizá por eso fue en Elche, (Alicante) donde le premiaron en un certamen hará varios años.
No obstante, utilizaré esta página para reivindicar el poco caso que se hace en León a la música que se compone en sus tierras y por gente de la tierra o que se considera ya de ella.
La primera vez que oí a Fabián fue por casualidad, aprovechando un concierto que se programó en un pub que hay cerca de mi casa. Entonces tocaba solo con su guitarra y su armónica, aunque recuerdo que en aquel concierto ya le acompañó un violín. Pero eran conciertos muy acústicos. Y ya llevaba tiempo en esto de la música.
Este último año parece ser que Fabián, - Fabi, como le gusta firmar en las entradas de su blog- ha decidido avanzar un paso más y evolucionar a "banda". Su "pequeña banda magnética" son un batería, un violín, un bajo e incluso introduce un cajón. Varios de ellos alternan la pequeña banda magnética con otras bandas que iré descubriendo desde este blog, poco a poco.
"Pop intimista" dicen los entendidos. Yo diría que con toques de folk. Y como vengo haciendo desde la primera entrada que inauguró mi apartado musical, detallaré que, aquella persona que quiera descubrir su "Plegarias" -EP, haría bien en visitar la página:
http://www.fabiandc.com, donde podrán escuchar las canciones que lo integran. Lo recomiendo.

11 junio, 2006

"Novia por contrato"


Inauguro mi sección de comentarios sobre películas con la que vi anoche, mientras mi padre se empapaba del Mundial de la Fifa.
Titulo original: "Failure to Launch" (algo así como "Intento fallido de despegue")
Actores: Mathew McConaughey (alias "el actor de apellido impronunciable" o actual novio de Penélope Cruz, con la que compartio protagonismo en "Sahara", de la que ya daré cuenta proximamente), Sarah Jessica Parker (conocida mundialmente por la serie "Sexo en Nueva York" y a la que hemos podido ver en "La joya de la familia") y sorprende ver a Bradley Cooper (el periodista Will Tippin en la serie "Alias").
Género: Comedia.

El argumento se basa en la incapacidad de Tripp (Mathew McConaughey) para establecerse por solitario -es decir, volar del nido-, cuando éste ya ha cumplido los 30 años. En EE. UU. ha resultado novedoso debido a que son famosos por independizarse el año en que empiezan en la universidad. Un hombre hecho y derecho que aún vive con sus padres después de los 30 años es un caso excepcional. Sin embargo, por estos lares es bastante común.
Hartos de ver que su hijo no tiene ninguna intención de independizarse, contratan a Paula, (Sarah Jessica Parker), que se especializa en convencerles de que tienen la autoestima necesaria para establecerse por solitario, para conseguirlo. Por supuesto, no será tan fácil como parecía. Paula jamás se había encontrado con un cliente como Tripp.

Llegados a este punto, decir que al menos, las interpretaciones son bastantes convincentes, -aunque yo diría que Sarah Jessica está muy comedida- , si bien algunas situaciones son realmente absurdas y artificiales. Ni siquiera una sorprendente vuelta de tuerca que contiene el guión consigue hacer pensar que dentro de seis meses la gente se acordará de esta película. Es agradable de ver, pero los momentos de risa son pocos y no tienen que ver con el argumento.